La historia de «el sacerdote huracán», padre jesuita Benito Viñes

«Antes de que existiesen los satélites, era difícil monitorear ciclones tropicales, y el ciclo de vida de aquellos que no tocaban tierra pasaban muchas veces completamente desapercibidos»

Hoy día, predecir el recorrido de una tormenta y cuán fuerte será no sería posible sin mediciones sofisticadas y tecnología para predecir el clima ( Satélites climatológicos)

Uno de los pioneros en el campo del estudio de los ciclones tropicales, mucho antes de la aparición de la tecnología, fue el padre jesuita Benito Viñes (1837-1893), quien pasó años observando el cielo en el Observatorio Belén de Cuba.

Viñes desarrolló una de los primeras estaciones para observar el tiempo en el Caribe, y sus anotaciones sentaron la base de los sistemas de alerta para huracanes de hoy día.

Tan precisas fueron algunas de sus observaciones -que ayudaron a salvar muchas vidas- que se ganó el apodo de «el sacerdote huracán».

 

Según señala Agustín Udías en su libro «Los jesuitas y la ciencia. Una tradición en la Iglesia», Viñes construyó un instrumento al que llamó ciclonoscopio, para detectar la orientación de los huracanes.

Entre 1870 y 1875 debió Viñes de comenzar con las predicciones acerca de los huracanes; no obstante, en los años iniciales obtuvo sus primeros méritos científicos por el empeño realizado en estudios descriptivos y estadísticos en el campo de la meteorología, el magnetismo y las ciencias aplicadas, cuyos resultados constituyen importantes monografías que fueron presentadas en las sesiones de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, «Perturbaciones Magnéticas» y «Aurora Boreal» del 4 de febrero de 1872. Los estudios sobre los huracanes del 7 y el 19 de octubre de 1870 fueron los primeros trabajos que en cuanto a los organismos tropicales desarrolló este insigne meteorólogo.

En 1873 fue elegido socio de mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y en este propio año adquirió el meteorógrafo del padre Secchi, un instrumento multipropósito que daba mayor calidad y amplitud a la observaciones meteorológicas realizadas, iniciándose así una nueva etapa de las investigaciones, mucho más completa y exacta.

A partir de 1875, y con la entrada de la temporada ciclónica, comenzaron a revelarse los pronósticos del padre Viñes acerca de dichos fenómenos, lo que constituyó un triunfo en aquella difícil actividad, tanto ante los científicos como frente a la opinión pública. Aquellos estudios estuvieron fundamentados no sólo en sus conocimientos, sino también en un importante viaje de investigación que realizó entre 1876 y 1877 por los lugares afectados por el huracán, para comprobar en la práctica lo que ya conocía en teoría, y cuyos resultados fueron publicados en los anales de la Real Academia de Ciencias de La Habana.

En el estudio Apuntes relativos a los huracanes de las Antillas en septiembre y octubre de 1875 y 1876, al que siguieron otras importantes obras publicadas en los anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, sin lugar a dudas esbozó los principios para el pronóstico, que fueron conocidos y aplicados durante muchos años como “Las leyes de Viñes”, dirigidas a la previsión de los ciclones tropicales. Entre 1870 y 1893 desarrolló importantes trabajos, como resultado de sus acuciosas labores y fundamentadas ideas, reconocidas por las instituciones y personalidades más relevantes en el campo de la meteorología mundial. Sus publicaciones fueron objeto de diversos reconocimientos y premios en exposiciones internacionales.

(Tomado de la BBC de Londres)

 

 

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